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COMENTARIO DE CINE: PACTO DE FUGA

COMENTARIO DE CINE: Comparto comentario sobre la película “Pacto de Fuga” de nuestro exalumno David Albala (Generación 4° B 1989). En su elenco se cuentan también los exestudiantes Diego Ruiz y Julio Fuentes. La película –que fue estrenada el día 23 de enero– se exhibe por estos días con gran éxito de taquilla y con muy buena crítica en los principales cines de todo el país. Imperdible, a la altura de las mejores películas del cine chileno. 

“PACTO DE FUGA”, UNA GRAN PELÍCULA DE DAVID ALBALA

El argumento ha sido ampliamente difundido en los diversos medios y en las redes sociales. En síntesis, un grupo de presos políticos –del Frente Patriótico Manuel Rodríguez en su mayoría, algunos que participaron en el atentado a Augusto Pinochet– agrupados en una galería, separados de los presos comunes, planean su fuga desde la ex Cárcel Pública de la que logran escapar cuarenta y nueve de ellos en enero de 1990. Para esto cavarán un túnel por más de un año, con apenas un destornillador y otros utensilios elementales. El objetivo es casi imposible (¿dónde dejar alrededor de cincuenta y cinco toneladas de tierra al interior del recinto penitenciario y cavar un túnel por más de un año sin que nadie más que los involucrados se entere?), es un sueño de los que planean esto, pero el no hacerlo es quedarse allí o la muerte –algunos de ellos serán condenados a la pena capital por el atentado al general Pinochet.

La película es ficción, pero basada en la realidad. Hasta ahí es solo una buena historia que deberá ser llevada a la pantalla. Y es aquí donde está el mérito del director, David Albala, del destacado elenco, del guion, para trasformar aquella en un notable filme.

El resultado es una película con una historia bien narrada, que nos permite conocer episodios de la historia de Chile entre 1988 y 1990, cómo viven en esa cárcel los presos por razones políticas, qué ha motivado a quienes se sublevaron contra el régimen imperante, hasta dónde estuvieron decididos a llegar, reunidos en aquel espacio penitenciario; pero algunos de ellos –los confabulados, pocos en un comienzo, a los que se fueron agregando otros– decididos a intentar la salida, la fuga hacia la libertad. Naturalmente que necesitarán la ayuda del exterior, gente comprometida con la oposición al régimen de Pinochet, ya sea de la Iglesia o de algún referente político.

Durante muchos días (así lo señala la película, día tras día, por más de un año), van cavando ese túnel hacia la libertad. Deben finalmente darse prisa, pues hay algunos que no alcanzarán a hacerlo si se apresuran sus condenas de muerte o los separan, enviándolos a diferentes penales. Están los gendarmes que se muestran hostiles y allanan con frecuencia la celdas, con gran violencia; el militar de alto rango que controla aquel espacio, por sobre el coronel encargado del recinto carcelario; la vida de allí, con sus talleres, los partidos de fútbol, el tiempo de visita, los encuentros conyugales, esa dicotomía entre el mundo exterior y el interior de las celdas o los patios de la cárcel.

David Albala logra una película que transmite lo que se vivía en aquella cárcel en 1988-1990, incorporando a ese mundo cerrado lo que ocurre afuera de los muros: el plebiscito de 1988, la campaña del No vista por televisión desde la cárcel, la brutalidad de los castigos a los que sublevaban allí, en la ex Cárcel Pública, y esa complicidad a toda prueba de quienes emprenden una “aventura” sin retorno como lo es la fuga, el silencio del “pacto de fuga”, salvo por quien flaquea ante las amenazas y el poder de los que representan el aparato represor.

La película recrea la época y sus circunstancias, no precisamente desde una acotada posición política, sino desde la humanidad. Esta no es una película político-partidaria, ni de apología de ninguna especie. Es una que se decidió a indagar en la vida de unos hombres apresados por sus acciones e ideales –se compartan hoy o no–, que buscan su libertad. Esta no es una película política, ni es la apología de una posición ideológica, reitero, sino un filme que ahonda en una historia de fuga, buscando la libertad, aun a costa de perder la vida en el intento. En ella hay momentos para ir desde el suspenso y la ansiedad a la serenidad; desde las emociones más duras provocadas por el abuso de poder hasta las de la ternura; desde la violencia extrema hasta las de la más plena humanidad; desde la desesperanza a la esperanza. Es un ahondar en parte de lo ocurrido en Chile y en la humanidad detrás o en los procesos de una dura época de nuestro país. Es la épica de la fuga; también de la poesía en el infierno.

Una imperdible película del cine chileno, que cuenta con un gran elenco, con notables actuaciones en una obra coral –más que un protagonista, son varios los que asumen ese papel en la historia–, con una excelente banda sonora, una canción de Anita Tijoux compuesta especialmente para este filme, y con la magistral dirección de David Albala. 

JMR, Extensión y Cultura, febrero de 2020

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