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Maratón Cuentacuentos ciclo inicial

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Mi nombre es Carlos Acevedo Pérez, nací en Buenos Aires, Argentina, pero soy hijo de padres chilenos que buscando un mejor horizonte económico viajaron hacia allá; por eso, tengo las dos  nacionalidades.

          Mi gusto por leer lo adquirí desde niño, a través de revistas primero y luego los libros, empecé a escribir, como todo adolescente, poesía, y después, continué con cuentos. Nunca he tenido afán de publicar, pero si de compartir ese gusto y es en el año 2001 en que el destino del cuentacuentos se me cruzó en el camino.

      Una amiga cerrillana, me comunicó la realización de un taller de escritura de cuentos breves y narración oral, dictado por Carlos Genovese, actor, y Jorge Diaz, escritor, en el Centro Cultural de España, postulé y quiso ese destino de la palabra que fuera uno de los seleccionados.

           Desde ese entonces encontré en la narración oral escénica una forma de compartir un gusto, pero también mucho más. Eso fue con los años de oficio, de investigar, estudiar, hacer talleres internacionales y muchas funciones para adultos y para niños.

          El cuentacuentos incentiva la lectura, entretiene, provoca la escucha activa, potencia la imaginación, el gusto por la palabra hablada, la memoria y la participación social. Soy docente en colegios, participo en el proyecto de Rostros Nuevos para personas con dificultades de expresión, narro tanto en en bibliotecas para niños y adultos, como en universidades, sedes sociales y espacios de reunión, etc. He participado en festivales de cuentacuentos de Chile, Paraguay, Argentina y Uruguay, y comparto mi experiencia en talleres para nuevos narradores, para otros ya iniciados en el camino, pero también estoy interesado en el valor de desarrollar el potencial oral que cada uno necesita, en su trabajo por ejemplo, en especial para docentes.

       El estar ante público adulto, niños, enfermos físicos  y mentales, presos, extranjeros y nacionales me ha dado la oportunidad de saber que el contar historias es mucho más que un gusto personal, es una misión redentora de la palabra, de la cual soy su servidor.

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